Te voy a confesar uno de mis múltiples defectos.
Pero no lo vayas comentando por ahí. Que quede sólo entre tú y yo.
Verás, a veces, me da pereza ordenar las cosas.
Resulta que tengo una caja donde voy metiendo las cartas que me llegan cada día. Cuando recojo un sobre del buzón, lo abro, leo su contenido y, si no es nada importante, lo meto en la caja y me olvido.
Es algo así como esconder la basura debajo de la alfombra. No se ve, pero tú sabes que está ahí.
Dos veces al año, abro la caja y empiezo a ordenar papeles. Algunas cosas las archivo y otras las tiro, pero el caso es que me paso al menos un par de horas releyendo las cartas, seleccionando las que me interesa conservar y rompiendo el resto.
Son más de dos horas de mi tiempo cada seis meses.
Vale, quizá no sea mucho, pero si lo hiciese en el momento de recibir una carta, me llevaría menos de un minuto.
Menos tiempo, menos esfuerzo y mayor satisfacción al tener todo ordenado.
Con las finanzas a mucha gente le pasa algo parecido: le dan pereza.
Nunca encuentran un buen momento para ahorrar ni para tomar una decisión sobre inversión. Y eso es un gran problema porque, como descubrirás en este artículo, el tiempo es un factor clave a la hora de rentabilizar tu dinero.
Contenidos
El mejor momento para empezar a ahorrar
Voy a ser directo porque quiero que conozcas la respuesta lo antes posible:
El mejor momento para empezar a ahorrar es ahora.
De hecho, fue ayer, anteayer o hace un año. Pero, como eso no se puede cambiar, me gustaría que te quedases con la idea de que deberías empezar cuanto antes.
No importa la cantidad. Pueden ser 500 euros al mes o simplemente 10 euros. Lo que puedas según tu situación.
Lo importante es crear el hábito.
Cuando, a mediados de año, me dispongo a ordenar las cartas que he ido acumulando en la caja de la que te he hablado antes, me la encuentro rebosante de papeles. Normalmente no se puede cerrar completamente y, en ocasiones, incluso he tenido que amontonar algunas cartas junto a ella.
Si no ahorras, tu caja no estará rebosante, estará vacía.
Pero el efecto será el mismo que cuando me toca remangarme y ponerme a ordenar los papeles: te llevará más tiempo, más esfuerzo y tendrás una satisfacción menor que si hubieses ido ahorrando poco a poco.
A veces, algún conocido me ha comentado que no le ve sentido a ahorrar con lo poco que gana.
- Total, son cuatro euros los que me sobran a final de mes, ¿para qué voy a ahorrar esa miseria? Prefiero gastarlos y disfrutarlos ahora.
Bueno, aquí veo dos problemas.
El primero es que ahorrar no significa guardar en una hucha lo que sobra al terminar el mes, como si fuese el bote de las propinas del bar de la esquina.
Clink, clink, metes dos euros y tocas la campana. Tilín, tilín.
No es eso.
Tu objetivo debería ser ahorrar primero y gastar después.
Consejo: Págate a ti primero.
Para ello, calcula tus gastos mensuales y decide cuánto dinero puedes destinar al ahorro cada mes. Entonces apártalo en cuanto recibas la nómina y utiliza el resto para tus gastos.
De ese modo, serás plenamente consciente de lo que puedes gastar y lo que no.
Pero no sólo eso, sino que además estarás ahorrando en piloto automático, sin apenas darte cuenta de ello.
Y, como te he dicho antes, no importa la cantidad. Puedes empezar con 10 euros, 50 euros, 100 euros, 300 euros,… Lo que te resulte más cómodo y se ajuste mejor a las circunstancias personales que se reflejen en tu control de ingresos y gastos.
Como te he comentado en muchas ocasiones, no se trata de renunciar a todo para ahorrar unos euros de más, sino de encontrar un equilibrio que te permita ahorrar mientras disfrutas del camino.
La idea es que el ahorro forme parte de tu vida, que lo asumas como algo normal, que se convierta en hábito.
Sólo así serás capaz de mantenerlo aun cuando varíe tu situación.
¿Recuerdas la historia de Paquita?
Paquita nunca se planteó ahorrar. Todo lo que ingresaba se lo gastaba. Daba igual que tuviese un buen trabajo o estuviera en paro. El dinero le llegaba justo a fin de mes.
Tristemente, el caso de Paquita no es algo aislado.
Mucha gente es incapaz de ahorrar. Piensan que cuando ganen más dinero ya llegará el momento de preocuparse por los ahorros.
Pero ese momento nunca llega.
El de ganar más, no. El de preocuparse por ahorrar.
Es la famosa carrera de la rata. Al ingresar más, tus gastos aumentan en relación. Una vez incrementas tu nivel de vida, es muy difícil renunciar a esos pequeños lujos a los que te has habituado, por lo que necesitas trabajar más duro para ganar todavía más. Así, la rueda de la rata gira y gira, mientras tú te quedas siempre en el mismo punto.
Por eso, cuanto antes integres la costumbre de ahorrar, más fácil será que la mantengas a lo largo de tu vida.
Además, una vez hayas adquirido el hábito y lo veas como algo natural, será mucho más fácil incrementar las cantidades que destines al ahorro cuando llegue el día en que mejores tu nivel de ingresos.
El mejor momento para empezar a invertir
A la hora de invertir, muchas veces se pone el foco en la cantidad y en los intereses.
Cuanto mayor sea la cantidad de dinero que tengas invertida y más altos sean los intereses que te dan por ese dinero, mayores serán las ganancias.
Todo correcto. Nada que objetar.
Sin embargo, hay un factor determinante que muchas veces olvidamos: el tiempo.
Es obvio. Si por ejemplo inviertes 1.000 € y obtienes un 5% anual, al finalizar el primer año tendrás 50 € de ganancias (sin descontar impuestos), al segundo otros 50 € y así sucesivamente.
Al cabo de 10 años, tendrás 500 € más. A los 20 años habrás doblado tu dinero. Cuando pasen 40 años lo habrás triplicado. Y así sucesivamente.
Por lo tanto, tal y como ocurría con el ahorro, es importante comenzar a invertir lo antes posible.
Cuanto antes empieces, más dinero puedes acabar ganando.
Pero, ¿y si en lugar de separar nuestras ganancias, las invertimos también?
Entonces es cuando el tiempo adquiere una relevancia todavía mayor.
El interés compuesto
Se comenta que fue Albert Einstein quien dijo la siguiente frase:
“El interés compuesto es la fuerza más poderosa del Universo”.
El interés compuesto, aplicado a las finanzas, consiste simplemente en reinvertir siempre las ganancias obtenidas, de modo que la rentabilidad de un período se calcula sobre la inversión inicial más los intereses obtenidos hasta ese momento.
Es decir, siguiendo con el ejemplo de antes, supón que los 50 € que hemos obtenido al final del primer año los invertimos también al 5%. Tendremos así 1.050 € invertidos al acabar ese primer año (los 1.000 € iniciales más los 50 € que hemos ganado). De ese modo, cuando finalice el segundo año ya no habremos ganado 50 €, sino un poquito más. En concreto, 52,50€.
Seguimos repitiendo esta operación año tras año. El resultado, para una inversión de 1.000 € que hace una persona al cumplir los 20 años, lo puedes ver en el siguiente cuadro:
Tal y como puedes ver en el cuadro, al cumplir 60 años (40 años después de invertir sus 1.000 €), no ha triplicado su dinero, como habíamos comentado en el primer ejemplo, sino que lo ha multiplicado por 7.
Esa es la magia del interés compuesto. Dejar que el tiempo actúe sin que nosotros hagamos nada adicional.
Ahora, comprobemos qué pasaría si, en lugar de empezar con 20 años, este joven invirtiese sus 1.000 € al cumplir los 30:
Como ves, la diferencia es muy importante. Empezar diez años más tarde supone ganar casi un 50% menos.
Ahora bien, es posible que este joven no tenga esos 1.000 € para invertir de golpe, pero quizá sí pueda destinar a la inversión 100 € al año durante 10 años (1.000 € en total). Veamos qué ocurre entonces:
No cabe duda de que la rentabilidad es menor que si los hubiese invertido de golpe a los 20 años. Sin embargo, es bastante mejor que si decidiese hacerlo a los 30.
Gracias al interés compuesto, al poner a trabajar tu dinero cuanto antes, consigues aumentar tu rentabilidad final mucho más que si inviertes un importe incluso mayor pasados unos cuantos años. A pesar de empezar con cantidades más bajas, los resultados son mucho mejores.
Yo la verdad es que no sé si la frase que te he comentado anteriormente la dijo o no realmente Albert Einstein. Hay ciertas dudas al respecto.
Lo que sí sé es que las matemáticas no mienten. Y si algo demuestran las tablas anteriores es que el tiempo, unido al interés compuesto, es un factor esencial a la hora de planificar nuestras inversiones.
El peligro de no hacer nada
Antes he mencionado que conozco gente que no se plantea ahorrar porque gana poco. Sin embargo, también conozco a otros que se afanan por ahorrar algo todos los meses para acumular ese dinero en una cuenta corriente.
Es el equivalente moderno a guardarlo debajo de un colchón. Y en este blog ya habrás notado que soy muy fan de tener un buen colchón, pero de otro tipo…
Por supuesto, creo que es mejor ahorrar que gastárselo todo, pero lamento decir que tanto esfuerzo por amasar una fortuna estática para que se la coma la inflación, no merece la pena.
Todos sabemos que el coste de la vida sube y que hoy con 50€ no llenamos la cesta de la compra tanto como lo hacíamos 5 años atrás. Lo sabemos, pero no le damos demasiada importancia o nos pasa un poco desapercibido, siempre que podamos seguir llenando la nevera.
Te daré un dato más tangible, desvelándote otro de mis secretos: llevo años anotando en una libretita cada repostaje de gasolina que hago, con los litros y el precio que pago. Cada año, me doy cuenta de cómo por un mismo importe, la cantidad de litros que me llevo va disminuyendo.
Puedes llamarme friki. Sí. Pero anotar ese gasto y echar la vista meses atrás para ver cuántos litros menos puedo comprar por el mismo dinero es un ritual que me hace ser consciente de la famosa inflación.
Y, por cierto, un apunte curioso: ¿recuerdas todas esas veces que el precio del barril se ha desplomado y ha copado las noticias? Pues bien, te puedo decir que esa caída tan drástica no ha tenido exactamente la misma repercusión en el precio por litro que pagamos los consumidores. Vale, en algunos momentos es posible que bajase un poco, pero mi libretita dice que, a pesar de las oscilaciones, los precios han mantenido una tendencia al alza en el largo plazo.
Volvamos a la gente que acumula fortunas estáticas. Imaginemos que alguien tiene 40 años y ha conseguido amasar 100.000 € en su cuenta corriente. Está feliz y confiado ante la perspectiva de un futuro prometedor.
¿Recuerdas que el tiempo juega a nuestro favor en las inversiones? Pues resulta que también juega en contra en la devaluación del dinero, porque la disminución de un año se suma a la de años anteriores.
Suponiendo que la inflación fuera de un 2,5% cada año, los 100.000 € se convertirían en lo siguiente:
Esa fortuna de 100.000 €, valdrá algo menos de 58.800 € pasados 20 años. Y se habrá diluido hasta los 35.500 € otros 20 años después.
Nuestro ahorrador seguirá teniendo los 100.000 €, pero con ese dinero podrá comprar la mitad de cosas dentro de 20 años.
Recuerda mi libretita con los precios de la gasolina…
¿Invierto todo ya?
Ahora quizá te estén temblando las piernas. Te entiendo perfectamente, porque yo me sentí igual cuando fui consciente de esta verdad de la que apenas se habla.
Puede que te estén entrando las prisas por invertir de inmediato todos tus ahorros, por aquello de empezar cuanto antes.
En este punto debo darte 3 pautas importantes:
- No tomes decisiones precipitadas
- No inviertas aquello que puedas necesitar a corto o medio plazo
- Infórmate y aprende del tema para tener tus propias ideas, adaptadas a tu situación y tus preferencias
En el caso de que tengas claro que es tu momento de invertir y te decidas por hacerlo en Bolsa, se te planteará la pregunta de si invertirlo todo de golpe o poco a poco. El principal problema: la volatilidad.
En este aspecto, hay recomendaciones para todos los gustos:
- La ventaja de invertir cuanto antes la mayor cantidad de dinero posible es que el interés compuesto empieza a hacer su efecto desde el primer momento. Históricamente, se han obtenido mayores rentabilidades a largo plazo con este método
- El principal inconveniente es que desconocemos el punto de la curva en la que se encuentra el mercado en cada momento. Podría suceder que invirtamos todo nuestro capital y, poco después, los valores sufran un bajón general que desplome nuestras inversiones
- La ventaja es que la cartera de activos estará equilibrada, puesto que habremos ido comprando valores de forma periódica y obtendremos un precio promediado. Este método también permite reservar una parte del capital para aprovechar las fuertes caídas y poder comprar entonces a precios más bajos
- El inconveniente es que la rentabilidad que se obtiene a largo plazo es menor, porque la cantidad invertida inicial tarda en alcanzar un volumen suficiente como para generar ganancias sustanciales y, además, el interés compuesto también se retrasa
Sopesar los pros y los contras de cada opción es una tarea personal. Cada uno tenemos nuestros criterios y nuestras circunstancias, así que la decisión que tomemos dependerá de todo ello.
Lo importante es ser consciente de la devaluación de nuestros ahorros y actuar para contrarrestar la inflación, de la manera que consideremos más adecuada a nuestra realidad.
De ahí la importancia de empezar pronto.
Empieza pronto a ahorrar.
Empieza pronto a invertir.
Pero hazlo siempre con cabeza y siguiendo un plan.
Ahora es tu turno. Cuéntame:
¿Cuándo empezaste a ahorrar? ¿Has comenzado a invertir? ¿Conocías la magia del interés compuesto?
¡Te espero en los comentarios!
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¡Hola!
muy interesantes tus artículos. No hay nada que no supiera, pero sí que me hace ser más consciente de lo que cuentas.
Nosotros hace años que vamos ahorrando, tampoco demasiado pero bueno tenemos nuestro colchón. Lo de invertir nos da un poco de miedo por posible perdida y también por dónde se invierta ese dinero…
Por eso, seguiremos atentos a tus consejos sobre cómo invertir el dinero en vez de tenerlo más o menos estancado.
¡Un abrazo!
Gracias, Carlos. Me alegro de que os gusten mis posts.
Espero seguir estando a la altura y ofreceros contenidos que os ayuden a definir un poco mejor vuestra estrategia de inversión.
¡Un abrazo!
Muy buen artículo
Gracias, Alejandro. Me alegro de que te haya gustado.
¡Un abrazo!