Hola soy Chus y quiero hablarte de finanzas
De mis padres aprendí muchísimas cosas.
Entre ellas, un buen puñado de principios, como honestidad, respeto, empatía, previsión y, sobre todo, esfuerzo.
También, a apreciar el valor de cosas, la importancia del ahorro y la correcta gestión del dinero.
Gracias papá. Gracia mamá.
Creo que unas finanzas saneadas te ayudan a ser más libre.
Por eso, quiero compartir contigo lo que sé y lo que sigo aprendiendo sobre ahorro e inversión
¿Qué puedes esperar de mí?
Ante todo, honestidad. No tengo un máster en finanzas ni soy ningún experto. Todo lo he aprendido gracias a mi experiencia personal. Creo que éste es el punto de partida de la mayoría de la gente que se empieza a preocupar por su economía y, por eso, mi visión puede ser de utilidad para otras personas.
Mi principal propósito es darte las claves para que empieces a tomar conciencia y a manejar mejor tu dinero. ¿Quiere decir eso que si sigues mis consejos vas a ser rico? Por supuesto que no, pero estoy seguro de que afrontarás tu futuro con mayor tranquilidad.
También te hablaré de libertad financiera, pero no voy a venderte la moto de que todo el mundo puede alcanzarla. Yo mismo todavía estoy en el camino y me quedan muchos pasos por dar. Quiero compartirlos contigo y espero que te puedan ayudar.
En ocasiones te hablaré sobre productos y servicios, míos o de otras personas. Tú decides lo que quieres comprar y lo que no. Pero de una cosa puedes estar seguro: no te recomendaré nada en lo que no crea realmente.
No estoy en posesión de la verdad y, por lo tanto, no pretendo que sigas a ciegas mis consejos. Cada cual tiene sus intereses personales, debe tomar sus decisiones y andar su propio camino. Por eso, siempre agradeceré que compartas tus opiniones conmigo, sobre todo cuando sean diferentes a las mías.
Y dicho esto, ahora sí, me presento
Éste soy yo
Escucho diferentes tipos de música según el momento, desde el rock de Platero y tú, pasando por las letras de Sabina, a los ritmos tradicionales de la Ronda de Boltaña.
Y ésta es mi historia
Siempre he sido un buen chico
Dicen que muchos niños sueñan con ser futbolistas.
En mi caso, esa idea nunca pasó por mi cabeza.
Hábil con las mates pero un desastre para chutar el balón, pronto me di cuenta de que no estaba destinado a convertirme en el próximo Butragueño.
En cambio, la idea de llegar a tener un buen trabajo y una vida estable sí que me sirvió de guía en cada uno de los pasos que fui dando.
Quizá ese fue el motivo de convertirme en el perfecto empollón, siempre preocupado por sacar buenas notas.
Puede que ese ideal de vida perfecta fuese lo que me empujó a estudiar la carrera de moda del momento, ingeniería informática, y a sacar cada curso en el año que tocaba.
También a firmar mi primer contrato laboral al día siguiente de terminar la Carrera y a esforzarme por prosperar año tras año en la empresa.
llegué a los 28 años siendo el perfecto prototipo de “persona de provecho”.
Y así entramos en el año 2007: tenía un empleo estable con un sueldo bastante decente, un coche nuevo en propiedad, un piso hipotecado a 30 años junto a Cova, mi pareja, planes de boda para el año siguiente, la suerte de viajar 20 días al año y, además, capacidad de ahorro.
En mi entorno pensaban que todo marchaba incluso mejor de lo esperado. En parte, yo también me creí esa historia durante demasiado tiempo.
Era lo que la sociedad esperaba de mí y lo que durante años pensé que tenía que ser.
Cuando te das de narices contra la realidad
En 2008 llegó LA CRISIS, con mayúsculas. Esa de la que todavía se hablaba en España cuando irrumpió el coronavirus en nuestras vidas y de la que mucha gente no se había recuperado aún.
La organización en la que trabajábamos Cova y yo se defendió bien durante un par de años, pero al final sufrió como tantas otras.
Llegaron los despidos de varios compañeros, los recortes salariales para quienes nos quedamos, la obligación de afrontar el mismo trabajo con un tercio menos de la plantilla, los proyectos de software pagados a la mitad de su coste real.
Algo empezó a resonar en mi cabeza.
¿En qué momento acepté como válido el estar sometido a un puesto de trabajo en el cual no tengo control de la situación y me veo obligado a acatar las decisiones de otros?
¿Por qué hemos asumido que debemos depender de una única fuente de ingresos, que puede desaparecer de un día para otro y poner nuestra vida patas arriba?
No recuerdo dónde leí o escuché una frase tan lapidaria como realista:
Hay personas que viven a uno o dos sueldos de la quiebra sin ser conscientes de ello
Durante las épocas de crisis, muchas familias en España se dan cuenta de este hecho de la manera más cruel.
Desde aquel momento, mi malestar con respecto al trabajo fue aumentando. De nada sirvieron los esfuerzos para intentar calmar a la voz que cada día me increpaba por estar recorriendo un camino que no era para mí.
Mi mente ya había hecho un clic y no había vuelta atrás. La revolución interior estaba en marcha y, además, era compartida con mi pareja.
Cova y yo estábamos dispuestos a trabajar para construir un futuro diferente.
Lo que ocurrió a partir de entonces es la historia de quienes deciden ir a contra corriente, de quienes rechazan seguir el camino mayoritario.
La necesidad de cambiar tu visión de la vida
Mientras manteníamos nuestros empleos tradicionales, nos volcamos en un proceso de investigación sobre alternativas para ganarnos la vida.
Nada parecía encajar y, por mucho que explorábamos, siempre veíamos algún inconveniente que nos hacía desechar la idea.
Por aquel entonces, leíamos mucho sobre gestión del dinero, autoempleo y desarrollo personal.
Llegó a nuestras manos “Cómo hacerse rentista”, de Josan Jarque, y hubo una idea que me impactó:
Si no haces nada, dentro de 20 años, tus ahorros de hoy valdrán la mitad.
“¡La mitad!”, pensé.
A pesar de ser muy consciente del concepto “inflación”, no me había parado a ver en qué se traduce y qué pasa si no hacemos lo suficiente para vencerla.
Ese golpe de realidad acaparó nuestra atención y nos hizo plantearnos dos objetivos:
1) Rentabilizar mejor nuestros ahorros para superar a la inflación, obtener ingresos pasivos y acercarnos poco a poco al concepto de libertad financiera.
2) Popularizar esta información y ayudar a la gente a construir un patrimonio que contribuya a garantizar un futuro sin sobresaltos.
La tranquilidad de tener tu dinero bajo control
Para poder predicar, hay que dar ejemplo. Por eso, decidimos centrarnos en el primer objetivo.
Gracias a los valores que aprendimos durante nuestra infancia y adolescencia, habíamos llegado a la edad adulta con una economía muy saneada.
Hicimos pocos cambios en nuestro patrón de gasto, pero sí potenciamos y diversificamos nuestra estrategia de inversión.
Esto nos llevó algunos años, es un camino lento que exige constancia y conocer cuáles son tus prioridades.
Nosotros lo teníamos muy claro: el préstamo hipotecario era un lastre que queríamos quitarnos de encima cuanto antes.
Habíamos firmado la hipoteca por 30 años, pero conseguimos librarnos de ella en 14.
Menos de la mitad. Sin haber ganado la lotería, con un miembro de la pareja en desempleo durante 15 meses y con el otro cobrando un 20% menos, como consecuencia de la crisis.
¿Nuestro secreto? Ninguno, en realidad. Es una cuestión de prioridades. Nada más que eso.
Sin deudas económicas, con nuestra estrategia de inversión en marcha y, de nuevo, ambos con un empleo tradicional, había llegado el momento de abordar nuestro segundo objetivo: ayudar a otros a labrarse un futuro sin sobresaltos.
Empezamos a darle forma al proyecto y, al cabo de unos meses, nos dimos cuenta de que avanzábamos muy lentamente.
Con dos trabajos a jornada completa, uno de ellos muy absorbente y erosivo, no éramos capaces de dedicarle tiempo de calidad a nuestro proyecto.
El salto definitivo: la excedencia que dio forma a esta web
Nos planteamos que, quizá, era hora de tomar una decisión al respecto: seguir como hasta entonces o apostar por este nuevo proyecto.
Y decidimos lanzarnos.
A mediados de 2019, solicité una excedencia en mi empresa, para poder trabajar en serio hacia ese objetivo que tenemos en mente.
Habrá quien piense que es un error dejar de ingresar un sueldo mensual fijo para aventurarse en un proyecto sin garantía de éxito. Respeto esas opiniones, aunque no las comparto.
Nosotros podemos prescindir de un salario y mantener nuestro ritmo de vida gracias a nuestros patrones de ahorro, de gasto y a nuestra estrategia de inversión.
Volvemos a lo de antes. ¿Secreto? Ninguno, es cuestión de prioridades.
Estoy convencido de que nuestra experiencia puede ayudar a que otros se aseguren un futuro sin sobresaltos.
Esa motivación es la que da sentido a este sitio web. Creo firmemente que es posible recomponer la inestabilidad económica en la que viven muchas personas.
No me considero ningún gurú. Soy un simple aprendiz en el ecuador de un viaje sin retorno hacia una vida más libre.
Durante estos últimos años he leído mucho sobre finanzas, me he formado, he adaptado mis hábitos de ahorro e inversión, he tenido bastantes aciertos y también algunos errores.
Quiero compartir contigo todas estas cosas y, a través de mi experiencia, poder ayudarte a encontrar y poner en práctica las pautas necesarias para equilibrar tus finanzas.
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