De pequeño había dos cosas que me gustaban: las matemáticas y los Másters del Universo.
Sí, lo sé, era un poco rarito, pero en el cole disfrutaba resolviendo problemas numéricos mucho más que practicando mi caligrafía.
Y aún más me gustaba llegar a casa y sumergirme en el mundo fantástico de He-man, Skeletor y demás musculosas criaturas.
Por eso, sabía muy bien que, con las 100 pesetas que me daban mis padres cada domingo y las otras 100 de mi abuela, podría comprar un nuevo muñeco cada año más o menos, si conseguía ahorrar la mitad de mi paga de manera sistemática.
También sabía que si, en lugar de gastarme 1.200 pesetas en una figura, la encontraba por algo menos, podría hacerme con ella un poco antes. De ahí que recorriese juguetería tras juguetería para fichar dónde tenían los mejores precios.
Y, por último, me di cuenta de que las últimas novedades eran siempre más caras que los muñecos que ya tenían un tiempo en el mercado. Por tanto, siempre me esperaba unos meses antes de plantearme comprar los personajes más nuevos.
Con tan sólo 8 añitos tenía bastante interiorizado el tema del ahorro.
Pero no por eso me privaba de otros caprichos.
Mientras veía cómo mis amigos ponían toda su paga encima del mostrador de la tienda de golosinas y salían de allí con varias bolsas en las manos y los bolsillos vacíos, yo me gastaba la mitad y guardaba el resto.
¿Era por eso menos feliz que ellos?
Desde luego que no.
Las golosinas que compraba eran más que suficientes para satisfacer mis ansias de azúcar y, además, conseguía dar un pasito más hacia mi objetivo: una nueva figura para mi colección.
Podría haber ahorrado toda mi paga. Claro que sí.
Y hubiese tenido muchos más muñecos.
Pero mi día a día hubiese sido más gris.
Y de eso quiero hablarte en este artículo. De ahorro inteligente.
No se trata de ahorrar más por el mero hecho de ahorrar, sino de ahorrar en aquello que no disfrutas. Reducir esos gastos que no aportan nada a tu vida y que te están impidiendo dedicar ese dinero a otras cosas que sí son importantes.
Contenidos
¿Para qué quieres ahorrar?
Ésta es la primera pregunta que deberías hacerte.
Puede parecer obvio, pero mucha gente no se lo plantea. Y eso es un gran error.
Siempre debes tener una motivación para ahorrar.
Si no tienes un objetivo claro corres el riesgo de abandonar antes de tiempo.
No serías la primera persona que va guardando parte de su sueldo durante un tiempo para gastárselo de forma impulsiva al encapricharse de algo que ve un día, de repente, anunciado en una marquesina de bus.
Pero también puede ocurrir lo contrario.
Conozco gente que, aun teniendo dinero acumulado, sólo gasta en lo básico. No viajan, no salen a cenar, visten con ropa que ya cumplió su ciclo máximo de lavados hace varios veranos.
Cuando les preguntas por qué no compran algo que les gusta, te dicen “Es muy caro. Prefiero guardarme ese dinero”.
¿Por qué?, ¿Para qué? No lo sé. Ellos tampoco. Pero lo prefieren.
Por eso, debes tener claro qué quieres conseguir con tu ahorro.
En función de cuál sea tu propósito podrás plantearlo de una manera u otra y sentirás una mayor motivación para llevarlo a cabo.
A continuación te comentaré los tres objetivos más comunes para los que solemos ahorrar. Seguramente no sean los únicos, pero creo que la mayoría de las situaciones se pueden encajar en uno de ellos.
Ahorrar para crear tu colchón de seguridad
¿Todavía no tienes un colchón de seguridad?
Entonces éste debe ser tu primer objetivo.
Si no tienes un colchón, haz todo lo posible por empezar a crearlo desde hoy mismo.
No puedes plantearte otro objetivo de ahorro hasta que no dispongas de un fondo de emergencia con el que hacer frente a posibles contratiempos.
Si no sabes muy bien qué es esto del colchón, ni por qué es tan importante, echa un vistazo a este post donde te cuento cómo crear tu colchón de seguridad.
En definitiva, ahorrar para crear tu fondo de emergencia es imprescindible.
Debes hacer todo lo que esté en tu mano para conseguirlo.
Aunque eso suponga no darte ningún capricho durante una temporada.
Ahorrar para una futura compra
Creo que planificar tus grandes compras es algo que siempre deberías hacer.
Un viaje, una tele nueva, un coche, etc. son productos caros que no deberíamos comprar de manera impulsiva.
Menos aún echar mano del colchón de seguridad para hacerlo. Recuerda: este colchón es sólo para emergencias.
Y mucho menos, pedir un crédito.
Por eso, es un buen hábito identificar con tiempo todo aquello que quieres comprar y que supone una elevada cantidad, ahorrar para ello en una cuenta separada y no afrontar dicha compra hasta contar con el dinero disponible.
Para que esta estrategia funcione y no desistas en tu propósito, debes tener muy claros dos aspectos antes de empezar: cuánto puedes ahorrar al mes y cuánto vas a tardar en conseguirlo.
Del primer punto te hablaré un poco más adelante.
Lo segundo es simplemente una división, una vez que conoces tus posibilidades de ahorro.
Un consejo: márcate objetivos realistas.
En función de lo importante que sea la compra para ti, ahorra más o menos cantidad.
Recuerda lo que hacía yo de pequeño. No es necesario que sacrifiques todas tus golosinas sólo por poder comprarte el juguete que quieres un par de meses antes.
Dependerá, claro, de la importancia que le des. Es decisión tuya. Sólo tú conoces tus prioridades.
Ahorrar para jubilarte antes de tiempo
O para complementar tu pensión.
Si estás leyendo este blog, estoy seguro de que quieres ahorrar e invertir para tu futuro. Muy probablemente ya lo estés haciendo.
Incluso es probable que, como yo, estés trabajando para lograr tu libertad financiera.
Es estupendo y te felicito por ello.
Pero ten algo muy presente: es un proceso largo que lleva tiempo.
Por eso, no te olvides de disfrutar del camino. No hipoteques tu presente por un hipotético futuro.
Y precisamente de eso te quiero hablar en el siguiente apartado.
No te obsesiones con ahorrar hasta el último céntimo
Últimamente se está poniendo de moda en Twitter y en blogs de finanzas el término lonchafinista.
Este calificativo en realidad no es nuevo. Surgió sobre el 2012 en el foro burbuja.info para referirse a aquellas personas que hacen del no gastar su dinero algo casi enfermizo, llegando a sacrificar incluso su bienestar.
En concreto, evoca la imagen de quien pide a su charcutero que le corte la mortadela en finísimas lonchas, para tener más filetes por el mismo peso (y, por lo tanto, mismo precio).
Por supuesto, sus bocadillos siempre tienen el mismo número de lonchas, sin importar su grosor.
Espero que, al menos, cuando se los coman tengan una botella de agua a mano para poder pasar cada bocado..
Ahorrar está muy bien. Es un hábito saludable y necesario. Pero no hay que convertirlo en una obsesión.
Cada día que estamos en esta vida cuenta. Es un regalo que no podemos desperdiciar.
Por eso, debemos disfrutar de todos los momentos que podamos.
¿Carpe Diem?
Quien me conoce sabe que no podría llevar esta frase tatuada en mi brazo. No me representa. No vivo al límite.
Me preocupa mi futuro. Y mucho.
Ahorro todo lo que puedo para garantizarme una vida más libre y segura dentro de unos años.
Pero no por eso dejo de hacer lo que me apetece, dentro de mis posibilidades.
No renuncio a mi caña con los amigos, a salir a cenar con mi pareja, a alguna escapada de fin de semana o a los viajes en verano a orillas del Cantábrico.
Son momentos que disfruto ahora, o puede que no los pueda disfrutar más adelante. Al menos, con la misma energía y salud.
Por lo tanto, ahorra siempre con sentido común.
Como te he comentado, tener un colchón financiero es imprescindible. En esa fase sí que deberías poner todas tus energías.
Cuando lo consigas, decide lo que quieres ahorrar para cumplir tus metas y, al mismo tiempo, disfrutar del presente. Busca un equilibrio.
Tu equilibrio.
¿Cuál es?
No lo sé. Lo que es válido para mí, seguramente no lo sea para ti. Cada persona tiene unas circunstancias diferentes.
Debes ser tú quién lo descubra.
Conócete a ti mismo
El primer paso, imprescindible, para empezar a ahorrar, es saber qué cantidad puedes permitirte ahorrar.
Parece obvio, pero no lo es.
La mayoría de la gente no saben cuánto pueden ahorrar cada mes. Simplemente ven que tienen dinero acumulado en su cuenta y, de vez en cuando, lo pasan a un depósito o a un fondo de inversión.
Para mí, eso no es ahorrar.
No es un acto que hagan de manera consciente y con un fin claro.
No tienen un plan.
Si, por algún motivo, sus sueldos se redujesen, muy probablemente dejarían de tener ese excedente. Incluso puede que tuvieran que echar mano del dinero que ya habían apartado.
Para ahorrar de forma inteligente debes conocer cuáles son tus posibilidades. Debes controlar tus ingresos y tus gastos.
Sólo así sabrás qué cosas son importantes para ti, de cuáles podrías prescindir y qué otras podrías recortar u optimizar.
En definitiva, con un control de ingresos y gastos conocerás cuál es la cantidad máxima que puedes permitirte ahorrar y ajustarla si, en algún momento, cambian tus circunstancias.
¿Quieres tener tus gastos bajo control?
Suscríbete a mi blog y llévate gratis la plantilla que yo mismo utilizo para registrar mis ingresos y gastos.
¡Pon a raya tus finanzas desde hoy mismo!
Págate a ti primero
Como te he comentado, cuando la mayoría de la gente dice que ahorra, realmente lo que hace es acumular el dinero que queda en su cuenta al final de cada mes.
Por lo tanto, no ahorran una cantidad fija, sino que ahorran “las sobras”.
Incluso seguramente más de un mes no ahorrarán nada.
No cometas ese error.
Para que esto no te pase a ti, toma la costumbre de ahorrar al principio de cada mes.
En cuanto recibas tu nómina, transfiere la cantidad que hayas decidido a otra cuenta diferente.
Si tienes una transferencia programada, mucho mejor. Así no se te olvidará.
Y busca para ello una cuenta remunerada o un depósito. Dan muy poco, lo sé, pero mejor eso que nada, ¿no te parece?
Con esta sencilla estrategia aprenderás a ajustar tus gastos a lo que tengas disponible en tu cuenta corriente y evitarás la tentación de gastar en compras compulsivas.
Pruébalo. Estoy seguro de que los resultados no te defraudarán.
No midas tus gastos en dinero
Uno de los problemas que nos llevan a gastar más de la cuenta es que no somos conscientes de cuánto vale el dinero.
No me refiero al número de euros, dólares o libras que viene impreso en cada billete. No.
Me refiero a un valor más personal. A algo que tenga significado o importancia para ti. A lo que estás renunciando cuando compras cualquier cosa.
Por ejemplo, unos vaqueros de marca pueden suponer para mí renunciar a un día más de vacaciones en mi apartamente favorito de Suances.
O dos entradas para un concierto son el equivalente a una cena con mi pareja en un buen restaurante de mi ciudad.
En tu caso, debes buscar tu propia vara de medir.
Puede ser en días de vacaciones, en figuras coleccionables o incluso en cervezas, pero debe ser algo a lo que realmente le des importancia y te demuestre si el gasto que vas a hacer merece la pena o no.
“Las cosas no valen sino lo que se las hace valer.” – Moliere.
Una medida perfecta en estos casos suele ser el tiempo.
¿Cuánto vale una hora de tu tiempo?
Si eres empleado por cuenta ajena es muy fácil saberlo. Divide tu sueldo anual entre las horas de tu convenio y así sabrás tu precio/hora.
En el sector de las TIC, al que pertenecía hace un par de años, el máximo de horas laborables por convenio eran 1.800 (sí claro, ya). Si suponemos un sueldo de 27.000 €, tendríamos que cada hora de nuestro tiempo costaría 15 €.
¿Pagarías 1 hora de tu trabajo por un cubata?
Sólo tú conoces la respuesta.
Pero plantéatelo de este modo y es probable que acabes suprimiendo varios gastos que no aportan nada a tu vida.
Pequeños tips para empezar a ahorrar
Como este artículo trata sobre el ahorro, no quería terminarlo si darte algunos pequeños trucos o consejos para que puedas ahorrar algo de dinero en tus principales gastos.
Puede que los encuentres obvios. Puede que no.
En cualquier caso, no está de más comentarlos, ya que muchas veces se trata de cosas que no te planteas o, simplemente, dejas pasar porque no tienes tiempo o ganas de buscar una alternativa.
Ahorra en comisiones bancarias
Parece increíble que todavía haya personas que hoy en día sigan pagando comisiones bancarias pero, como las meigas, «haberlas, haylas”.
Y existiendo cada vez más entidades que no cobran por estos conceptos, ¿por qué sigue habiendo quien paga por ello?
Muchas veces creo que es por dejadez, porque no se quiere dedicar tiempo a buscar una solución.
Abres un día tu cuenta en la oficina de tu barrio, ésa donde trabaja tu vecino, y allí sigue abierta hasta hoy. Sabes que te cobran hasta por respirar, pero no te cambias a otro banco porque es “mucho lío”.
Buscar una nueva entidad, mover tu dinero, cerrar la cuenta, domiciliar de nuevo tu nómina y todos tus recibos,…
No tienes ganas de meterte en ese barrizal.
Si éste es tu caso, plantéatelo así:
¿Las comisiones por mantenimiento de cuenta, por la tarjeta o por las transferencias aportan algo a tu vida?
¿Estás dispuesto a pagarlas año a año con varias horas de tu trabajo?
¿O a sacrificar alguna noche más de hotel en tus vacaciones?
No creo que las comisiones hagan feliz a nadie, salvo al banco.
Entonces, ¿no merece la pena invertir algo de tiempo en eliminarlas?
Yo creo que sí.
Para ello, tienes dos opciones.
La primera es ir a la oficina y pedirle a quien te atienda que te quite las comisiones. Puede parecer ingenuo, pero muchas veces funciona.
La segunda es cambiar de banco.
Y créeme, no es tan complicado como parece.
Hoy en día los propios bancos se encargan de casi todo, incluso de mover tus recibos a la nueva cuenta.
A ellos les interesa captar nuevos clientes, así que te van a dar muchas facilidades.
Por lo tanto, no hay excusa.
Si te cobran comisiones, negocia o cambia de banco.
De lo contrario estarás dejando de ahorrar una cantidad importante de dinero cada año.
Ahorra en tus suministros para el hogar
Los suministros del hogar suponen una parte importante de nuestros gastos fijos, que no podemos eliminar.
Pero sí los podemos reducir.
Existe una manera obvia de ahorrar en agua, luz y calefacción: consumiendo menos.
No se trata de ir por tu casa en invierno con abrigo, ni de leer alumbrado por una vela o ducharte sólo una vez al mes.
Se trata de hacer un uso responsable y eficiente.
No voy a detallarte aquí cómo hacerlo, ya que existen páginas especializadas que lo explican mucho mejor. Sólo tienes que preguntarle al tito Google.
Hazlo por tu dinero y también por el Medio Ambiente.
Te sentirás mucho mejor.
Lo que sí me gustaría recomendarte es que revises tu contrato de la luz.
Actualmente hay muchas compañías con una amplia oferta.
Infórmate y compara sus tarifas. Puede que encuentres mejores condiciones que las que tienes actualmente.
Y no tengas miedo a cambiar. La migración de una compañía a otra es realmente fácil y en ningún momento te quedas sin suministro.
Yo lo hice en una de las últimas campañas de compras colectivas de la OCU y estoy muy contento.
También te recomiendo que eches un vistazo a dos conceptos de tu factura:
- La potencia contratada.
- Si tienes o no discriminación horaria.
La potencia contratada es el término fijo de tu factura. Gastemos lo que gastemos, pagaremos lo mismo cada mes. Incluso si no encendemos las luces, pagaremos lo mismo.
A veces, tenemos contratada una potencia muy superior a lo que necesitamos y, por lo tanto, estamos pagando mucho más de lo que deberíamos.
Infórmate sobre cuánta potencia necesita tu hogar y reduce la que tienes contratada si fuese necesario.
Verás cómo tu factura disminuye significativamente.
El otro aspecto que deberías plantearte es si puedes o no activar la discriminación horaria. Esto quiere decir que pagarás la luz a diferente precio en función de a qué hora la utilices.
Yo, al principio, era reacio a activarla, ya que no quería estar pendiente del reloj para poner la lavadora.
Sin embargo, hice mis cuentas y me sorprendí al comprobar que, sin variar mis hábitos, conseguía ahorrar unos pocos euros.
Evidentemente, mi caso será totalmente diferente al tuyo.
A mí me sale más barato. A ti puede que no.
Pero lo que quiero decirte es que no des nada por supuesto.
Coge varias facturas y, si te dan información sobre el consumo por tramos horarios, calcula cuánto pagarías con discriminación horaria y sin ella.
Es posible que, como yo, te lleves una sorpresa.
Telefonía
Creo que el gasto que hacemos en telefonía es uno de los mayores ejemplos de pagar por cosas que no necesitamos.
No me refiero a que no necesitemos una línea móvil o Internet en casa.
Por supuesto que no.
De hecho, creo que hoy en día son casi imprescindibles.
Pero, ¿necesitas 20 Gigas en el móvil?
¿Notas mucho la diferencia si tu fibra tiene 100 Mbps o si tiene 300 Mbps?
¿Realmente utilizas el teléfono fijo?
Como en todo, las respuestas dependerán de cada uno.
Pero lo cierto es que muchas veces contratamos más de lo que necesitamos por si acaso.
- Total, por 5 euros más, tengo más megas de Internet. ¿Qué son 5 euros?.
Pues 5 euros al mes son exactamente 60 euros al año.
Unas 4 horas de tu tiempo.
Una cena en pareja.
- Y por otros 5 euros tengo Gigas para hartarme.
- Pero si sólo usas el móvil para leer el correo y mandar Whatsapp.
- Da igual, pero ahí los tengo, por si acaso.
Quizá te parezca exagerado, pero he escuchado conversaciones del estilo en más de una ocasión.
Te animo a revisar tu tarifa de Internet y móvil y comprobar si realmente se ajusta a tu patrón de uso.
También a comparar las tarifas de otras operadoras.
Cada vez surgen nuevas compañías que ofrecen tarifas realmente interesantes. Echa un vistazo y elige la que más se adapte a ti.
Y si sois dos, plantearos la contratación como algo conjunto.
¿Necesitáis dos contratos de móvil con llamadas ilimitadas?
En nuestro caso sólo tenemos un móvil con llamadas ilimitadas. Únicamente hacemos llamadas desde él.
El otro móvil tiene contratado el bono más barato que hemos encontrado para los gigas que necesitamos.
Y no tenemos fijo.
Quitarlo fue una de las mejores decisiones que tomamos.
Las siestas han vuelto a ser lo que eran.
Ahorra en las compras al súper
Las compras en el supermercado son posiblemente uno de los puntos donde siempre podremos ahorrar algo más de lo que lo hacemos.
Tranquilo, no te voy a decir que compres la mortadela en finísimas lonchas.
Se trata de ahorrar, no de pasar hambre.
Pero seguramente, si lo piensas, es probable que cada vez que vas al supermercado vuelves con algo que no tenías pensado comprar.
Si esto pasa puntualmente, no pasa nada. Es normal. ¿A quién no se le antoja alguna cosa de vez en cuando?
Pero si es la tónica habitual, hay un problema.
Al súper hay que ir siempre con una lista. Debes saber de antemano qué necesitas y qué no. Y ceñirte lo máximo posible a esa lista.
¿Puedes comprar algo que no tuvieses apuntado? Desde luego. Pero entonces serás consciente de que es un extra que no tenías pensado y te plantearás si debes o no meterlo en la cesta.
Otra vía para ahorrar es aprovechar los descuentos.
Los supermercados suelen tener promociones de productos: 3 unidades al precio de 2, segunda unidad al 50%, descuentos por próxima caducidad.
Es muy buena idea aprovecharlas.
Pero no te ciegues. No todas las ofertas te harán ahorrar dinero. Sólo aquellas que cumplan dos características:
- Que sea algo que consumes habitualmente. Si está en tu lista, mejor.
- Que salga más barato que otras marcas del mismo producto que suelas comprar. Para ello deberás comparar sus precios por unidad, kilo o la medida que suelen detallar en las etiquetas de los estantes.
Además, si sueles ir siempre al mismo supermercado, mira si tienen alguna tarjeta de fidelización. Muchas veces te dan acceso a puntos canjeables, descuentos u ofertas interesantes.
Por último, revisa siempre el ticket antes de salir del local.
Más de una vez me han cobrado algo de más que he tenido que reclamar.
En una compra grande este importe puede ser importante y, sin embargo, pasar totalmente desapercibido.
¿Realmente necesitas un coche?
Todos sabemos que comprar un coche supone desembolsar una buena cantidad de dinero.
Es un gasto que deberíamos planificar.
Pero una vez comprado, la cosa no acaba ahí.
Gasolina, ITV, impuesto de circulación, seguro, mantenimiento anual, garaje.
Son gastos que suponen un buen pico y que deberemos afrontar año tras año, sólo por tener un coche en nuestras manos.
Y eso contando con que no tenemos ningún percance. Un choque, una avería, una multa, son situaciones que pueden echar por tierra nuestros planes económicos del año.
Por eso, te hago la siguiente pregunta:
¿Realmente necesitas un coche?
Si le vas a dar un uso frecuente, entonces es una compra necesaria.
No entraré en si es preferible usar el transporte público o la bici. Cada cual sabrá qué es lo que más le conviene.
Pero si vas a tener el coche parado la mayor parte del año y utilizarlo sólo para irte de vacaciones, plantéate la opción de alquilar uno para esas fechas.
Haz tus cuentas. Es posible que te salga más rentable.
Y además puedes elegir cada vez un modelo diferente.
En cualquier caso, si vas a adquirir un coche, planifica muy bien tu compra.
Compra el coche que se ajuste a tus necesidades. Sin “porsiacasos”.
Busca información en foros y páginas especializadas sobre los modelos que te interesen. No te quedes sólo con su aspecto o los extras que incluye. Mira cosas como su fiabilidad, el tipo de averías frecuentes que notifican los usuarios, el coste de las piezas o del mantenimiento anual.
Es decir, mira más allá del expositor y plantéate qué puede ocurrir con ese coche dentro de un año o dos.
Contrata también un seguro adaptado a tus circunstancias. Si el coche es de segunda mano, probablemente con un seguro a terceros pueda ser suficiente. Si es nuevo, valora si es preferible a todo riesgo o con franquicia.
Y compara varios seguros entre sí. Tienes comparadores en Internet que te facilitan mucho las cosas.
Por último, intenta ahorrar algo en gasolina utilizando tarjetas de fidelización de tu estación habitual. No suele ser mucho, pero no supone ningún esfuerzo y, al final, todo cuenta.
Otros gastos que podrías suprimir
Perfecto, si revisas todo lo que te he comentado anteriormente es probable que consigas ahorrar unos euros al mes.
En ciertos casos, bastante más que unos euros.
Pero puede que haya algo más que podrías eliminar.
Te daré algunas pistas.
¿Estás abonado a un gimnasio al que sólo acudes una vez al mes?
Si eres de los que te apuntas a un gimnasio en enero, como promesa del nuevo año, pero sólo lo has pisado para pagar la cuota, no lo pienses ni un segundo más, bórrate.
Es un gasto innecesario y no te vas a poner en forma sólo por mantenerlo.
¿Tienes suscripciones a plataformas como Netflix, HBO o Disney+? ¿Cuántas?
Si tienes varias suscripciones, revisa cuál es la que más utilizas y cancela el resto. Siempre puedes suscribirte de nuevo por un mes si hay alguna serie que te interese puntualmente y volverte a borrar cuando la termines.
Y si sólo ves una serie o película muy de vez en cuando, plantéate cancelar la suscripción. Está claro que puedes vivir sin ella.
¿Todavía sigues fumando?
Déjalo.
No tengo más que decir.
Tu bolsillo te lo agradecerá. Pero mucho más tu salud y quienes te rodeen.
¿Comes fuera de casa a diario?
Considera la opción de llevarte un tupper al trabajo.
La comida casera suele ser más sana y también más barata.
¿Sueles comprar en Amazon?
Entonces aprovecha ofertas y compara precios.
Hay plataformas como CamelCamelCamel que te muestran cómo ha variado el precio de los productos de Amazon a lo largo del tiempo. Así sabrás si es una buena ocasión para comprar algo o no.
En conclusión
Siempre defenderé el ahorro.
Ya desde pequeñito lo tenía muy interiorizado y con los años he visto que es uno de los pilares para conseguir una estabilidad económica y una vida mucho más tranquila.
En cambio, creo que se nos enseña poco a ahorrar. Además, se nos bombardea constantemente para que compremos cosas que realmente no necesitamos.
Por lo tanto, ahorra.
Ahorra todo lo que puedas.
Pero ahorra con cabeza.
Considero que yo soy muy ahorrador. Bastante más que la media. Hay quien considera que incluso en exceso.
Pero una cosa tengo clara:
Jamás renunciaré a gastar mi dinero en aquello que me haga feliz.
«El hombre que sabe gastar y ahorrar es el más feliz, porque disfruta con ambas cosas» – Samuel Johnson
¿Todavía te da miedo invertir?
Suscríbete a mi newsletter y llévate mi ebook totalmente gratis.
¡Aprende a sacarle partido a tus ahorros desde hoy mismo!