El 80% de los empleados del mundo están descontentos con su trabajo.
No lo digo yo. Lo dicen las cifras que, año tras año, arrojan los informes que la empresa estadounidense Gallup elabora para analizar la satisfacción en el puesto de trabajo.
Este dato es demoledor.
Pasamos nuestros mejores años preparándonos para un trabajo que va a ocupar más de la mitad de nuestro tiempo, durante la mayor parte de nuestra vida y que nos hace infelices.
¿En serio no hay un opción mejor? ¿No existe una salida a esta locura en la que nos vemos inmersos?
Yo creo que sí la hay, pero implica alejarse de lo convencional, ser atrevido, dar un paso adelante y tener tu propia visión del mundo, no la que otros quieren que tengas.
¿Te gustaría intentarlo?
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El camino marcado por la sociedad
¿Recuerdas cómo era tu vida a los 17 años?
Yo tengo una vaga imagen.
Básicamente mis problemas se dividían entre aprobar los exámenes, convencer a mis padres para retrasar la hora de llegada a casa los sábados e intentar echarle narices y pedirle salir de una vez por todas a esa chica que ocupaba buena parte de mis pensamientos.
En medio de este explosivo cóctel de hormonas y sentimientos desbocados, se nos empuja a tomar una “sencilla” decisión:
¿A qué te vas a querer dedicar el resto de tu vida?
Con poca más información que unas breves charlas en el instituto y lo que hemos aprendido a través de nuestro entorno, nos lanzamos a elegir aquello que creemos menos malo.
Es cierto que hay quienes tienen una verdadera vocación y pronto se dan cuenta de a qué quieren dedicarse.
Pero son contadas excepciones.
La mayoría nos hemos guiado por las opiniones de otros, por las asignaturas que más nos han gustado (o donde hemos tenido mejores profesores) o por lo que supuestamente tiene más salida.
Y con esta decisión, cogida por los pelos, nos aventuramos a invertir los próximos años en prepararnos para un trabajo del que no sabemos nada.
Con suerte, serán sólo 3. Otras veces pueden ser 5, 6, 7 e incluso más.
Y lo peor no es eso.
Lo más frustrante viene cuando, una vez terminas, ves que el trabajo real poco o nada tiene que ver con lo que te habías imaginado cuando estudiabas.
O, aun pareciéndose a esa imagen que tenías en la cabeza, tras un tiempo, te das cuenta de que no quieres seguir haciendo ese trabajo el resto de tu vida.
Esto es lo que me ocurrió a mí.
Dejar de depender de otros
Puede que te digas: “Vale, pero es que a mí me gusta mi trabajo”.
¡Enhorabuena! Perteneces a ese 20% que están satisfechos con su vida profesional. Eso está genial y me alegro un montón por ti.
Pero déjame plantearte una cosa: ¿hasta qué punto tienes capacidad de decisión sobre lo que haces?
Yo, hace 12 años, también pertenecía a este grupo. Tenía mis días mejores y peores, pero estaba contento con mi trabajo.
Entonces empezó a planear sobre mi cabeza la posibilidad de que me enviasen un tiempo a trabajar a otro país.
Era una posibilidad remota, pero estaba ahí. Como la espada de Damocles, que en cualquier momento podría caer sobre mí.
No me hacía ninguna gracia estar a más de 7.000 km de mi pareja, familia y amigos. Poco me importaba si iba a ser un mes, un trimestre o un año. Yo no quería.
Pero el miedo era más poderoso que yo. No hablo del miedo a viajar, sino al de perder mi trabajo si me negaba.
Si has leído mi historia, sabrás que durante la CRISIS se produjeron los primeros despidos en mi empresa. Fue más o menos por la misma época que la historia que te estoy contando.
Por eso, pasé varias semanas intranquilo. Atento a todo movimiento que anticipase cualquier novedad sobre la situación.
Al final, no pasó nada… pero pasó todo.
No tuve que viajar a ningún otro país, pero aquella experiencia cambió radicalmente mi perspectiva sobre mi trabajo.
A partir de entonces, nadie tomaría decisiones profesionales que afectasen a mi vida personal. El miedo a perder un puesto de trabajo no iba a condicionar mi existencia.
El mundo está lleno de oportunidades, pero primero debes abrir los ojos y darte cuenta de ello
Así que, aunque actualmente seas feliz con tu trabajo, te invito a reflexionar: ¿tienes el control o, al menos, cierto margen de maniobra?
Disfrutar de un trabajo que nos haga sentir bien es una de las mejores cosas que nos pueden pasar.
Por eso, conocer de antemano qué puede hacerlo peligrar en el futuro nos ayudará a estar preparados y a tomar mejores decisiones en el día a día.
No tengas miedo a un cambio profesional
Seguro que lo has oído en alguna ocasión:
Consigue un trabajo en una buena empresa y te durará toda la vida
Esta frase podría tener sentido hace 40 años pero, en los tiempos actuales, rara vez se cumple.
La competitividad del mundo globalizado, la explosión de las nuevas tecnologías o los propios ciclos económicos provocan que los puestos de trabajo se creen y se destruyan a un ritmo endiablado.
Siento decírtelo, pero un contrato indefinido, hoy en día, no te asegura nada.
Al menos que seas funcionario… Pero ese es otro debate.
Sin embargo, en las escuelas y universidades se sigue creando empleados.
No sé a ti, pero en mi caso, nadie me contó nada sobre emprender, ni cómo se hace una declaración trimestral de IVA o IRPF, ni qué es eso del impuesto de sociedades.
En cambio, sí que recuerdo varias ferias en los pasillos de la Universidad donde las empresas montaban sus stands para que pudieses dejarles tu CV. A cambio, te obsequiaban con un boli y una carpeta.
No estoy diciendo que emprender sea la solución. No me malinterpretes.
Lo que quiero hacerte ver es que formamos parte, constante e inconscientemente, de un mercado y no debes resignarte a permanecer en unas mismas condiciones laborales por mucho que lleves varios años así.
Si lo que deseas es tener más tiempo libre o pasar más tiempo con los tuyos, podrías plantearte una reducción de jornada o trabajar desde casa algunos días.
Este tipo de condiciones son cada vez más frecuentes y es posible que en tu empresa ya tengan planes para ello.
Si crees que, por tu tipo de trabajo y tu situación personal, puede ser viable, habla con tus jefes y plantéales la situación.
Pero no lo hagas a lo loco. Incluso puedes leerte antes algún libro sobre negociación.
Piensa muy bien qué vas a decir, explica detalladamente por qué lo pides y estate preparado para llegar a un acuerdo intermedio que satisfaga a las dos partes.
Y si no estás a gusto en una compañía, no tengas miedo a cambiar.
Las empresas ya no son para toda la vida.
Y eso realmente está muy bien.
Al cambiar de una empresa a otra aprenderás cosas nuevas. Identificarás lo que te gusta y lo que no, incluso es posible que mejores tu sueldo.
De esa manera, sentirás que tienes un mayor control sobre tu vida.
¿Y si ya no me gusta mi trabajo?
Entonces nada de lo que te he dicho te hará sentir mejor.
Si no te gusta tu profesión, la respuesta es obvia: busca otra.
Pero, a pesar de la simpleza de la solución, es muy complicado alcanzarla.
Lo sé porque lo he sufrido.
Cuando el tipo de trabajo que haces, y para el que te has estado preparando durante años, no es lo que deseas seguir realizando el resto de tu vida, sientes una intensa sensación de vacío.
Día tras día te levantas de la cama como un zombie, que se mueve por inercia sin percatarse de lo que tiene a su alrededor.
La frustración, el estrés y la culpa se adueñan de ti.
Por tu cabeza pasan todo tipo de pensamientos negativos:
¿Cómo voy a dejar mi trabajo?
¿A qué otra cosa me voy a dedicar si no sé hacer nada más?
¿Cómo voy a cambiar de profesión si he estado 5 años estudiando para lograr este puesto?
He malgastado los mejores años de mi vida.
Pero quiero darte una buena noticia: te has dado cuenta de ello y estás a tiempo de ponerle remedio.
Sé que no es fácil, pero tienes que empezar ya. Cuanto antes sepas cómo revertir la situación, mejor.
Y el primer paso es dejar de lamentarte y cambiar tu manera de pensar.
En lugar de repetirte que cómo vas a dejar tu trabajo, piensa en cómo hacer que tu trabajo te resulte menos frustrante.
Como te mencionaba antes, plantéate si es posible reducir tu jornada, trabajar desde casa o incluso cambiar de empresa. A veces una variación de este estilo es suficiente para ver las cosas desde otra perspectiva.
No pienses que no sabes hacer otra cosa. Seguro que hay muchas más actividades que puedes realizar.
Busca entre tus aficiones, en tus hobbies o en aquello para lo que la gente te pide ayuda o consejo. Es posible que de ahí pueda salir tu próxima profesión.
En vez de lamentarte por el tiempo que estuviste estudiando, o por haber malgastado varios años de tu vida, tómatelo como una experiencia, un camino necesario para llegar a donde estás ahora.
Gracias a tus experiencias sabes qué te gusta y qué no te gusta hacer. Además, has adquirido una serie de habilidades y conocimientos que te pueden resultar útiles en otros sectores profesionales.
Y una vez dejes de castigarte por el pasado y seas consciente de que debes tomar las riendas de tu vida, es el momento de buscar los recursos necesarios que te ayuden a ello.
Encuentra Tu Camino, el curso que me aclaró las ideas
Pero, ¿y si no tienes muy claro qué es lo que te gusta? ¿Qué podrías hacer para saberlo?
En mi caso, hubo un par de libros que me ayudaron bastante a conocerme a mí mismo. Se trata de El Elemento y Encuentra tu Elemento, ambos del mismo autor, Ken Robinson.
El primero es más teórico y el segundo plantea una serie de ejercicios prácticos. Ambos están orientados a identificar tus talentos y lo que te gusta.
Pero si hay algo que marcó un antes y un después en mi decisión de pasar a la acción fue el curso Encuentra Tu Camino de Ángel Alegre, autor del blog Vivir al Máximo.
Me apunté al curso con bastante recelo, a pesar de que llevaba ya varios años siguiendo su blog.
Pero mis ganas por dar un nuevo rumbo a mi vida superaban las dudas que tenía sobre el propio curso.
Y por eso decidí inscribirme con el compromiso interno de aplicar completamente lo que se dijese.
Una vez terminado puedo confirmar que, al menos en mi caso, fue muy clarificador.
No quiero venderte el curso y mucho menos engañarte.
Desde luego, no creas que vas a terminar el curso con una nueva profesión debajo del brazo.
Pero si aplicas paso a paso cada lección, sí que conseguirás poner orden en muchos aspectos de tu vida, tendrás una idea de cuál puede ser tu próximo rumbo profesional y contarás también con herramientas para reconducir tu situación cuando sea necesario.
Mi caso particular
Ya te he contado cómo empecé a darme cuenta de que debía dar un giro a mi vida. Por qué trabajar para otros no era lo que quería hacer el resto de mis días.
Junto a Cova, mi pareja, me puse a buscar una solución. Ambos perseguíamos lo mismo: ser dueños de nuestro tiempo.
De ese modo, comenzamos a leer y a formarnos. Cambiamos las novelas por libros de desarrollo personal y educación financiera.
Pronto lo vimos claro:
Nuestro objetivo sería alcanzar la libertad financiera
Juntos diseñamos un plan de gastos, ahorro e inversión, que nos permitiese avanzar hacia esa meta.
Pero este plan requiere tiempo. La libertad financiera es un objetivo a largo plazo.
Mientras tanto, algo tenía que hacer con mi situación laboral.
Tardé bastante tiempo en tomar acción. No sabía qué hacer exactamente y pasé muchas horas buscando información de todo tipo. Es lo que llaman parálisis por análisis.
Había invertido más de 5 años de estudio y otros tantos de experiencia profesional. Tenía un trabajo más o menos estable, con un sueldo decente. ¿Cómo lo iba a dejar todo sin más?
Finalmente, se juntaron dos circunstancias que me dieron el empujón que necesitaba.
La primera fue el curso de Ángel, del que ya os he hablado.
Y la segunda, y quizá decisiva, fue cumplir los 40.
Te parecerá una chorrada, pero la famosa crisis existe.
En mi caso sirvió para darme cuenta de que estaba perdiendo el tiempo en un trabajo que me consumía cada día y no podía dejar pasar un día más.
Entonces, decidí solicitar una excedencia.
Tampoco lo hice a lo loco. Contaba con el apoyo de Cova, que tiene un trabajo que no le causa quebraderos de cabeza.
Con su sueldo, nuestro plan de gastos y ahorro, además de la rentabilidad de nuestras inversiones, podemos permitirnos trabajar sólo uno de los dos sin sacrificar nuestro nivel de vida.
Bueno, realmente ambos trabajamos. Ella para traer un sueldo a casa y yo para construir un proyecto que nos permita, dentro de unos años, vivir a los dos de él hasta que consigamos ser libres financieramente. No es mal plan, ¿no?
¿Y cuál es ese proyecto? Te preguntarás.
Pues no es otro que ayudar a gente como tú a conseguir lo que yo mismo he logrado:
Lograr una estabilidad financiera para mejorar su vida
Y quiero que este blog sea mi altavoz para ello.
¿Te animas a seguirme en los próximos artículos y a descubrir todo lo que he preparado para ti?.
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